
viernes, 29 de septiembre de 2017
El baúl de los deportes, Rubén Díez et al.

Intriga y suspense. El gancho invisible, María José Codes
Intriga y suspense, las poderosas fuerzas de lo sugerido, son el gancho invisible que nos arrastra sin pausa hasta el desenlace de la novela.
¿Conseguiré atrapar al lector? ¿Lograré que pase una página tras otra con avidez? ¿que se mantenga aferrado al libro, sin remedio? ¿que se lea la novela de un tirón? ¿En qué consiste la magia que convierte una buena historia en una novela estimulante? ¿Cuáles son los mecanismos que crean expectación en el lector? ¿Por qué siente curiosidad por ciertos enigmas, desasosiego ante determinadas atmósferas, desvelo por algunos personajes? En este libro hallarás las respuestas.
¿Conseguiré atrapar al lector? ¿Lograré que pase una página tras otra con avidez? ¿que se mantenga aferrado al libro, sin remedio? ¿que se lea la novela de un tirón? ¿En qué consiste la magia que convierte una buena historia en una novela estimulante? ¿Cuáles son los mecanismos que crean expectación en el lector? ¿Por qué siente curiosidad por ciertos enigmas, desasosiego ante determinadas atmósferas, desvelo por algunos personajes? En este libro hallarás las respuestas.
lunes, 11 de septiembre de 2017
Andar sin ruido, Carlos Frontera
Sinopsis:
En los buenos cuentos, como en la vida, los silencios importan y definen y lo condicionan todo: el silencio de una novia cuando abandona a su pareja; el de un objeto que está a punto de estrellarse contra el suelo y se detiene de pronto; el de una risa en la cocina que ha dejado de oírse; el de unos pies que avanzan de puntillas; el de un salón con todos los muebles pegados contra la pared; el silencio que sigue a ciertas palabras que, nunca, nadie (ni un niño, ni un adulto) debería escuchar ni haber escuchado. Jamás. Jamás.
Con su primer libro, armado con una maestría sorprendente para manejar ese silencio y la profundidad de las historias que narra, Carlos Frontera retrata en Andar sin ruido –con un estilo incisivo y rotundo, pero al tiempo hilarante en el que hasta una onomatopeya es capaz de desencadenar la catástrofe– el vacío que queda cuando no queda nada que decir, el ruido que provoca algo que se rompe, lo que queremos incluso cuando dejamos de querernos.
En los buenos cuentos, como en la vida, los silencios importan y definen y lo condicionan todo: el silencio de una novia cuando abandona a su pareja; el de un objeto que está a punto de estrellarse contra el suelo y se detiene de pronto; el de una risa en la cocina que ha dejado de oírse; el de unos pies que avanzan de puntillas; el de un salón con todos los muebles pegados contra la pared; el silencio que sigue a ciertas palabras que, nunca, nadie (ni un niño, ni un adulto) debería escuchar ni haber escuchado. Jamás. Jamás.
Con su primer libro, armado con una maestría sorprendente para manejar ese silencio y la profundidad de las historias que narra, Carlos Frontera retrata en Andar sin ruido –con un estilo incisivo y rotundo, pero al tiempo hilarante en el que hasta una onomatopeya es capaz de desencadenar la catástrofe– el vacío que queda cuando no queda nada que decir, el ruido que provoca algo que se rompe, lo que queremos incluso cuando dejamos de querernos.
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