domingo, 22 de febrero de 2009

Autorretrato con radiador, Christian Bobin

Sinopsis:«A la pregunta siempre embarazosa: ¿qué estás escribiendo ahora?, respondo que escribo sobre flores, y que otro día elegiré un tema todavía más nimio, más humilde si cabe. Una taza de café solo. Las aventuras de una flor de cerezo. Pero por ahora tengo ya mucho para ver: nueve tulipanes muriéndose de risa en un jarrón transparente. Miro su estremecimiento bajo las alas del tiempo que pasa. Tienen una manera radiante de estar indefensos, y escribo esta frase a su dictado. ‘Lo que constituye un acontecimiento es lo que está vivo y lo que está vivo es lo que no se protege de su pérdida’». ¿Es posible una sabiduría que tenga como origen la dicha? ¿Es posible hallar alegría en la monotonía, la soledad y la pérdida? Este libro de Christian Bobin lo afirma con insistencia. Redactado con forma de diario, en Autorretrato con radiador vuelve una y otra vez, fascinado, sobre los mismos temas: la elocuencia de la luz y las flores, el sentido de la escritura, las preguntas de los niños… Una prosa limpia y tensa los va enlazando con humor, hasta perfilar un retrato más que una filosofía.

Mi opinión: por fin estreno el apartado de favoritos de este año. Un libro donde se descubre lo sublime de lo efímero, la profundidad en lo cotidiano. No me canso de apuntar frases de este libro. Una joya para los amantes de la belleza de las cosas pequeñas.

domingo, 8 de febrero de 2009

Escribir, Marguerite Duras

Reseña del libro:

Nadie permanece indiferente ante un texto de Marguerite Duras. Su escritura, como expone e incluso exhibe aquí, es ella misma, en su casa, en el silencio y la soledad que le es indispensable. Sólo así puede oir la voz interior que recuerda y cuenta, que vacila y se contradice, que teme nombrar los hechos, las cosas y las personas que van poblando poco a poco su entorno hasta que «la escritura» se instala «en todas partes». A partir de los textos de tres cortos filmados sobre o por Marguerite Duras, este libro ofrece sus reflexiones sobre el hecho de escribir, reflexiones continuamente engarzadas con los acontecimientos de su vida que han ido estigmatizando su escritura : el alcohol, el dolor, el marido, los amantes, el hijo, las amistades, la pintura, el cine, la política, esa «vulgaridad masiva, desesperante, de la sociedad» y también ese piloto británico de veinte años, abatido en los últimos días de la segunda guerra mundial, a quien ella dedica el libro.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Sólo de lo perdido, Carlos Castán

Reseña al final del libro:

«A veces es como un fogonazo. Lo ves y ya no lo ves. De repente el sueño de tu vida futura, la promesa hecha carne, está allí, detenida en un semáforo, con su mirada melancólica, el vestido gris, las medias de cristal.»
Los relatos de Carlos Castán distan mucho de ser perfectos, de técnica precisa y mecanismo ajustadísimo, esos cuentos que suelen acabar diseccionados y sin vida en las escuelas de escritura. Las historias de Castán sangran, están llenas de jirones. Castán escribe de personajes descolocados, sin mapas ni brújula. Tipos que escapan de repente en busca de lo que hubiesen podido ser de haber sido otros; que mueren mucho antes de morirse. Escribe de la cara y la cruz de la soledad, de tardes vacías, carreteras, planes y sueños, y del final del viaje y el anhelo de paz. Escribe de gentes que pierden trenes y también de los que se resisten, a pesar del cansancio, a los días repetidos. Escribe de la sed de intensidad, de cómo la libertad llena de arañas la conciencia y de cómo mantener a raya el miedo. Castán escribe con verdad, como si dejara constancia del eco de nuestros pasos por el mundo y consigue, para bien y para mal, que sus páginas acaben devolviendo a quien las lee una imagen esencial que reconocemos como propia.«Aquí está de nuevo Carlos Castán con su universo avasallador y a menudo insoportable porque nos deja temblando, al límite del precipicio, doloridos.» ANTÓN CASTRO

Mi opinión: tenía ganas de leer algo de Castán, del que había oído hablar, junto con Gonzalo Calcedo, por su fama de relatista español de éxito. En este libro se reúnen una colección de textos que tienen, como mínimo, el mérito de no dejar indiferente. Los mejores, para mi gusto, son "Las visitas", "A veces un fogonazo" (premio Villa de Murchante 2007), "Todo tan secreto" y "Mata un desdén". Algunos no son relatos propiamente dichos, sino bellas descripciones de raro lirismo (el punto fuerte de Castán, que explota con provecho), y la mayor parte tienen un argumento no muy definido. Pero leer a Castán es un placer, un disfrute para los amantes de las metáforas. A veces, sólo a veces, nos conformamos con eso.