viernes, 15 de abril de 2011

Canción de hielo y fuego: Juego de tronos, George R.R. Martin

Sinopsis: Tras el largo verano, el invierno se acerca a los Siete Reinos. Lord Eddard Stark, señor de Invernalia, deja sus dominios para unirse a la corte de su amigo el rey Robert Baratheon, llamado el Usurpador, hombre díscolo y otrora guerrero audaz cuyas mayores aficiones son comer, beber y engendrar bastardos. Eddard Stark ocupará el cargo de Mano del Rey e intentará desentrañar una maraña de intrigas que pondrá en peligro su vida y la de todos los suyos.

En un mundo cuyas estaciones pueden durar decenios y en el que retazos de una magia inmemorial y olvidada surgen en los rincones más sombríos y maravillosos, la traición y la lealtad, la compasión y la sed de venganza, el amor y el poder hacen del juego de tronos una poderosa trampa que atrapará en sus fauces a los personajes... y al lector.


Mi opinión:
lo mejor de esta novela, como en realidad le pido a una buena novela de literatura fantástica, es la hondura psicológica de sus personajes y una buena ambientación. Juego de tronos cumple sobradamente con ambas expectativas. El acierto de narrar cada capítulo desde el punto de vista de uno de los protagonistas permite conocer sus vicisitudes, sus pensamientos secretos, la forma en que afrontan los retos. Por otra parte, el mundo pseudomedieval que ha recreado George R.R. Martin, Poniente, con baluartes de nombres tan magníficos como Desembarco del Rey, Invernalia o Nido de Águilas, hace gala de un nivel de detalle muy meritorio. Daría lo mismo situar los acontecimientos de Juego de tronos en nuestra época actual: las ambiciones que están en juego son perfectamente reconocibles como humanas, así como otras pequeñas miserias y las noblezas de sus protagonistas. Los personajes son humanísimos, y es difícil no reconocer una parte de nosotros en cada uno de ellos. Si le tuviera que poner un pero, diría que el enfoque es demasiado pesimista: el tema sempiterno de la pentalogía parece ser la lucha por el poder de Poniente y el gobierno de los Siete Reinos, y no hay ninguna postura pacífica que contrarrestre esa sed de ambición. Me temo que sólo asistiré a una guerra tras otra, y reconozco que quedé saturada con las últimas 150 páginas del libro. Eso sí, al menos hay dragones :)

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