La persecución del verano perpetuo; la ingenua pretensión de llegar a olvidar que los viajes, como la felicidad, son efímeros, provisionales; el traslado incesante de un punto a otro del planeta con el afán de descubrir un lugar al que poder llamar hogar; Italia, París y Londres; el amor que no se valora hasta que está a punto de desaparecer para siempre por una carretera solitaria y mal iluminada... Los personajes de Viajes inocentes desean continuamente estar en otra parte, hacer lo que no hacen y poseer lo que no poseen. Son nómadas impenitentes, eternos insatisfechos, que esperan que no finalice nunca la temporada de baile o un fin de semana que lo puede cambiar todo porque los espacios cerrados, de repente, se van a abrir inmensamente.
Pilar Adón logra, con una voz plena de sugerencia, mostrarnos los deseos más ocultos del alma de los seres errantes que viven en sus relatos. Nos ofrece un brillante paseo por la inocencia y la pasión, un vistazo al paisaje con el que todos hemos soñado alguna vez.
Mi opinión: cuando he comenzado a leer este libro, he comprendido que era el estilo que echaba en falta en los dos libros de relatos anteriores. Nada de florituras con las palabras y, al mismo tiempo, están colocadas con precisión de relojero. El resultado: cuentos que vapulean a un lector como si fuese un ring de boxeo. Lástima que no haya sabido llegar a la profundidad abisal de todos ellos pero me reconforta saber que ésta existe. Tengo que leer más de esta autora.
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