Sinopsis de la editorial:
Es la hora. Ya no hay vuelta atrás. Los juegos van a comenzar. Los tributos deben salir a la Arena y luchar por sobrevivir.
Ganar significa Fama y riqueza, perder significa la muerte segura...
¡Que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos del Hambre!
Un pasado de guerras ha dejado los 12 distritos que dividen Panem bajo el poder tiránico del “Capitolio”. Sin libertad y en la pobreza, nadie puede salir de los límites de su distrito. Sólo una chica de 16 años, Katniss Everdeen, osa desafiar las normas para conseguir comida. Sus prinicipios se pondrán a prueba con “Los juegos del hambre”, espectáculo televisado que el Capitolio organiza para humillar a la población. Cada año, dos representantes de cada distrito serán obligados a subsistir en un medio hostil y luchar a muerte entre ellos hasta que quede un solo superviviente. Cuando su hermana pequeña es elegida para participar, Katniss no duda en ocupar su lugar, decidida a demostrar con su actitud firme y decidida, que aún en las situaciones más desesperadas hay lugar para el amor y el respeto.
Mi opinión: aunque a la hora de escribir estas líneas me he leído la trilogía, voy a intentar opinar objetivamente por partes, aunque me gane un "tirón de orejas" de los fans de esta serie. Primero, lo bueno: me ha enganchado. Quizás la idea no sea novedosa para algunas críticas que he leído por ahí, pero lo fue para mí. Esos crueles Juegos del Hambre y ese mundo distópico presentado por Collins me pareció estupendo. Tiene un ritmo ágil y es un gran acierto narrar desde el interior de la protagonista porque acerca mucho más a lo que sucede. Me gustó el personaje complejo de Katness Everdeen; es una superviviente y actúa de acorde a ese papel: lucha, manipula, actúa fríamente, pero también se enternece y llora. Tiene 16 años, pero se ha hecho adulta demasiado pronto y todavía no se ha habituado a la crueldad. Cuando lo leí, y fue de un auténtico tirón, lo reconozco, me alegró leer algo diferente por primera vez en bastante tiempo. Ahora, lo menos bueno: la narración en presente, que agota. La sensiblería que rezuma, con la posibilidad que se abre al final del libro de un triángulo amoroso (¡más Meyer no, por favor!). La falta de calado en lo que sucede, una limitación acentuada precisamente por lo que otorga ventajas en otro sentido, y que es esa narración en primera persona, que no nos permite saber lo que piensan los demás. Y una sensación que no me abandona y es la de encontrarme ante algo "no redondo", un producto que se podría haber pulido más. En la película homónima, ya estrenada en EEUU, de la que ha sido co-guionista la propia autora, hay pasajes eliminados y otros añadidos que favorecen al conjunto. Aún así, cuando la vi, la película me pareció sosa. Y este libro me parece simple. Entretenido, muy original, con destellos de lo que podría ser algo soberbio, pero que se queda en un producto más comercial que de verdadera calidad. Y eso que materia había.
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