sábado, 6 de octubre de 2012
Pequeños equivocos sin importancia, Antonio Tabucchi
Una Toscana secreta y embrujada, una estación de la Riviera, una Lisboa
baudelairliana, un rally de coches de época, un perseguidor implacable
de aire distinguido en un tren de Bombay a Madrás. Los cuentos de
Tabucchi parecen, en una primera lectura, aventuras existenciales,
retratos de viajeros irónicos y desesperados. Pero la aparente sintonía
entre lo real y lo narrado se transforma de golpe en turbación y
desconcierto. A modo de oblicuos «cuentos filosóficos», las historias de
Tabucchi se convierten en una reflexión en torno al azar y al riesgo de
escoger, una tentativa de observar los intersticios que atraviesan el
tejido de la existencia. En las páginas de Tabucchi planea una inquietud
metafísica que evoca Piero della Francesca, Giorgio De Chirico y
Pirandello. Pero este escritor, que ama los personajes excéntricos y las
vidas fracasadas, carga sus enigmas con una luz extraña: sus
jeroglíficos «policíacos» son las pesquisas de un investigador que no
busca respuestas, sino un mensaje, una señal, una aparición.
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