martes, 29 de enero de 2013
Carnaval, James Thurber
Brillante y disparatado, James Thurber saltó de las páginas de The New Yorker
a la escena literaria norteamericana a finales de los años veinte. Su
humor, ácido y extraordinariamente original—«Thurber es Thurber», fue el
desesperanzado desenlace de una discusión que buscaba esclarecer la
veta de su comicidad—, le ganó un lugar en una generación de escritores
que incluía nombres tan célebres como los de Dorothy Parker y Truman
Capote. Los cuentos de Thurber, «fundamentalmente humorísticos, pero con
una cierta tristeza entreverada», son el testimonio de un observador
agudo y desencantado de su tiempo, que señala la absurda y sin embargo
comprensible realidad de todas las épocas.
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