Anton Chéjov es sin duda uno de los grandes maestros del relato. En sus cuentos, donde parece que nunca pasa nada, el efecto depende más del estado de ánimo y del simbolismo que de la trama argumental. Sus historias son un trozo de vida, ni empiezan ni acaban, simplemente transcurren. La brevedad era el ideal estético de Chéjov para escribir cuentos: “La brevedad es la hermana del talento; la escritura concisa es transparente”, decía una y otra vez con verdadera convicción. Toda su producción literaria de 1880 a 1886 fue un verdadero ejemplo en pos de la realización de ese ideal. En una carta escrita a su hermano en 1883, afirmaba que lo más importante en la literatura no es lo personal ni lo subjetivo: “Hay que subrayar lo que es vital y eterno, lo que estimula auténticamente al hombre y no a los pequeños sentimientos”. Y en otra carta, Chéjov decía: “Al pueblo hay que ofrecerle el pueblo y no la imagen del escritor”. También expresó sus ideas sobre la arquitectura del cuento. “El cuento está formado de un comienzo y un fin... la sobriedad es mejor que la exageración en el cuento. El escritor debe tratar de ser lúcido e inteligente, pero no debe asustarse de escribir tonterías. Sólo aquel que no teme escribir cosas sin sentido es un librepensador”.
Mi opinión: diez relatos, escritos de 1882 a 1900, que reflejan al mejor Chéjov, fiel retratista de las experiencias vitales. El relato de "La señora del perrito" es sencillamente soberbio.
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