No todo es lo que parece. La novela tiene muchas sorpresas y no conviene desvelarlas aquí. El último día de mi vida está escrita con una sobriedad y una emoción irresistibles y se lee con avidez. Marcial Izquierdo imparte clase de Filosofía en un instituto y, por tanto, conoce muy bien a los adolescentes y sus inquietudes. Su novela apasionará a los jóvenes porque, con absoluta naturalidad y eficacia narrativas, plantea asuntos muy importantes: no sólo la fragilidad de la vida, sino también la necesidad de que seamos conscientes y responsables de nuestros actos. En la novela de Izquierdo hay ecos de los temas eternos de la literatura: la cita con el destino (simbolizado por el tren que avanza imparable), el sentido del sacrificio y de la muerte, el poder de la amistad y la fuerza del amor.
Mi opinión: me gustó, quizá, más la reflexión filosófica que la forma de exponerlo. Pero sólo por lo primero vale la pena.
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