Jess es un niño que vive junto a sus padres y su abuela en una granja en las montañas de Carolina del Norte. Su infancia transcurre apacible, alegremente alterada por las visitas de sus excéntricos parientes y las continuas bromas que traman su padre –un niño grande, en realidad– y Johnson Gibbs, un adolescente huérfano que trabaja para ellos. Hasta su casa llegan de vez en cuando los ecos de la segunda guerra mundial –a la que Johnson debe ir «a darle una patada en el culo a Hitler»– y, aunque en un principio le parece algo lejano, sus siniestras consecuencias se dejarán sentir también en el bucólico paraíso de Jess. Pese a todo, el calor de las personas que ha conocido y de su infancia en la granja le acompañará durante toda su vida.
Mi opinión: tiene momentos memorables y una ternura humorística que empapa toda la novela, aunque más bien podría verse como una serie de relatos breves. No le daría un 10, pero me ha gustado mucho en general.
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