La primera obra de Susanna Clarke, Jonathan Strange y el señor Norrell —sin duda una de las novelas más brillantes y originales de los últimos años, se tradujo a treinta y dos idiomas y se convirtió en un éxito de alcance internacional. Premiada, y generosamente elogiada por los críticos, supuso la creación de un mundo fantástico, coherente hasta los mínimos detalles, donde la magia y la historia se entrelazaban de manera prodigiosa. Tres años después, sin apartarse de ese universo imaginario que se ha convertido en su sello de identidad, los ocho relatos que componen este nuevo libro de Clarke sin duda deleitarán a sus miles de lectores incondicionales. La Tierra de Duendes no está tan lejos como imaginamos. A veces, basta cruzar una línea invisible para descubrir que debemos enfrentarnos con princesas engreídas, mochuelos agraviados y damas que bordan maleficios; o con oscuros senderos interminables y mansiones que nunca se nos aparecen con el mismo aspecto. Entre los héroes protagonistas podemos encontrar al duque de Wellington o a María Estuardo, reina de Escocia, así como personajes del libro anterior como el propio Jonathan Strange o el legendario Rey Cuervo. Así pues, mezclando la fina comedia social victoriana con temas clásicos del folclore británico, el rigor histórico con una desbordante y fértil imaginación, Susanna Clarke transporta al lector a un mundo singular e inesperado, cuya atmósfera posee el sabor fascinante y al mismo tiempo veraz de los sueños.
Mi opinión: ocho relatos, todos con el mérito de la amenidad, la imaginación y una notable escritura. Aunque su anterior libro, Jonathan Strange y el señor Norrell , no me cautivó en exceso (lo dejé al centenar de sus 600 páginas), éste me ha dejado una grata sensación de repetir y leer más. Además, otro mérito que se le debe reconocer a Clarke, junto con J.K. Rowling, es haber acercado la fantasía a los adultos.
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