En La pared vacía, como en tantas otras novelas del género, el suspense surge cuando alguien rompe la rutina de los personajes. Esta rutina resulta monótona, aburrida y afortunadamente para el lector se ve truncada casi desde el principio. Sanxay Holding nos deja un breve espacio de tiempo para descubrir el día a día de los personajes antes de que todo se altere. La autora construye una intriga sutil, que late a lo largo de sus 250 páginas sin consumirse pero, a la vez, sin turbar al lector. Sanxay parece haber heredado de los grandes, de los autores pulps, esa tendencia a contener la acción hasta el final de cada capítulo, artimaña que empleaban aquellos escritores para asegurarse un buen montón de lectores en la próxima entrega de sus aventuras. De esta forma logra atraparnos, dosificando lentamente el misterio.
Mi opinión: sencillamente, no la pude dejar hasta que la acabé, aunque su clave reside más en la psicología de los personajes que en la intriga en sí. Tenía mucha curiosidad por leer algo de la que Chandler calificó la mejor escritora del género.
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