El lector se encuentra con un relato en el que el protagonista, Pedrito de Andía, vive y sufre un verdadero camino iniciático que va desde la inocencia infantil, hasta conseguir el conocimiento de sí mismo y de la complejidad de su mundo. Ese camino se divide en dos partes que corresponden a periodos temporales: la primera transcurre durante los meses de junio y julio del año 1923, y la segunda, los meses de agosto, septiembre y octubre del mismo año. La división viene determinada por la enfermedad que sufre el protagonista.
Mi opinión: lo leí con verdadera curiosidad por el protagonista, y eso me ha llevado a saltarme partes, pero me gustó, a pesar de que la mentalidad haya cambiado tanto que no reconocemos al joven Pedro de Andía en ningún adolescente actual.
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